Vacunas contra la COVID-19: por qué debemos tener éxito en todos los países

La pandemia de COVID-19 está lejos de terminar, y las vacunas siguen siendo nuestra herramienta más importante para ayudar a todos los países a superarla y continuar el camino de la recuperación.

AXEL VAN TROTSENBURG

La pandemia de COVID-19 está lejos de terminar, y las vacunas siguen siendo nuestra herramienta más importante para ayudar a todos los países a superarla y continuar el camino de la recuperación.

Desde febrero, gran parte de la atención mundial se ha desplazado hacia la invasión de Rusia a Ucrania y los riesgos que plantea para el suministro mundial de alimentos y energía. Y la guerra se suma a muchas otras crisis: el cambio climático, los conflictos en muchos otros lugares, el número sin precedentes de refugiados y el aumento de la pobreza por primera vez en décadas. Sin embargo, incluso en medio de estos enormes desafíos mundiales, la COVID-19 tiene impactos sanitarios, sociales y económicos muy amplios, especialmente para los países más pobres y las personas más vulnerables.

No obstante, gracias a las vacunas, tenemos los medios para poner fin a la pandemia en todo el mundo, si podemos seguir enfocados y mantener nuestras aspiraciones. Por eso, en nuestras recientes Reuniones de Primavera, el Grupo Banco Mundial se unió al Gobierno de Estados Unidos y la Alianza para la Distribución de Vacunas contra la COVID-19, respaldada por la OMS, Unicef y la Alianza GAVI, para organizar un evento sobre la ampliación de la distribución de vacunas.

Convocamos a líderes de organismos mundiales, regionales y bilaterales, junto con un grupo selecto de ministros de Finanzas y Salud de los países en desarrollo, para analizar cómo podemos convertir los esfuerzos de distribución de vacunas en campañas de vacunación. Queríamos tener más claridad sobre las medidas urgentes que se deben adoptar para que los suministros de vacunas lleguen rápidamente a donde se necesitan, y para que los países cuenten con los recursos y la capacidad necesarios para vacunar a todas las personas.

Analizamos las conclusiones de un informe que preparamos para el Grupo de los Veinte (G-20) en estrecha colaboración con nuestros asociados del Grupo de Trabajo de Líderes Multilaterales y la Alianza para la Distribución de Vacunas contra la COVID-19. En el documento se hace hincapié en que podemos aunar esfuerzos y aportar financiamiento y conocimientos especializados para ayudar a los países de ingreso bajo y mediano a entregar vacunas en el corto plazo. Y con los países a la vanguardia, podemos también apoyar los esfuerzos a largo plazo para fortalecer la preparación para casos de pandemia y los sistemas de salud. Pero necesitamos un compromiso mundial de base amplia, tanto para superar la COVID-19 como para generar resiliencia frente a futuras crisis sanitarias.

A pesar de los avances en materia de vacunación, que incluyen algunos buenos resultados en ciertos países en desarrollo, el esfuerzo mundial todavía presenta una brecha enorme e inaceptable entre las naciones ricas y pobres. Si bien se han administrado 11 500 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 en todo el mundo, solo el 12 % de las personas de los países de ingreso bajo están completamente vacunadas, en comparación con más del 74 % en los países más ricos. Y 18 países, en su mayoría de África, aún no han vacunado al 10 % de su población. En estos lugares, ni siquiera un tercio de los trabajadores de la salud y las personas mayores han recibido una dosis de las vacunas. Podemos y debemos mejorar.

La buena noticia es que ahora tenemos suficiente suministro mundial de vacunas contra la COVID-19, y esto elimina una restricción vinculante que había desacelerado los esfuerzos de vacunación durante más de un año. Las vacunas siguen siendo sumamente eficaces para reducir las enfermedades graves y la muerte, incluso cuando el virus ha continuado mutando. También contamos con un conjunto completo de recursos de pruebas, tratamientos y equipos de protección personal para ayudar a contener las infecciones.

El principal desafío consiste ahora en conseguir estos recursos en todos los países y, al mismo tiempo, asegurarse de que los Gobiernos y las comunidades continúen comprometiéndose con los esfuerzos nacionales de vacunación, en particular en África. Demostrar el liderazgo político y la determinación social de seguir avanzando en la cobertura de la vacunación será una señal firme para desarrollar una capacidad de fabricación de vacunas en la región en el futuro. Si bien los riesgos sanitarios siguen siendo la preocupación más urgente, el éxito en la vacunación también es la piedra angular de la recuperación económica y social de cada país. Solo podemos superar la pandemia si logramos que a muchas más personas se le administren las vacunas.

Nuestra sesión en las Reuniones de Primavera me hizo optimista de que hemos creado una coalición sobre las vacunas sólida y realmente a nivel mundial. Necesitaremos una resolución colectiva para ayudar a los países a vacunar a una escala que proteja rápidamente a los más vulnerables (los ancianos, los inmunocomprometidos y los trabajadores sanitarios), reduzca los diversos peligros que plantea la COVID-19 y nos ponga a todos en una posición más sólida para hacer frente a futuras pandemias. El Banco Mundial se ha comprometido a hacer todo lo posible para ayudar, en estrecha colaboración con otras organizaciones y Gobiernos de nuestros países clientes. Todos debemos ser ambiciosos para emprender este esfuerzo y mantenernos centrados en llevarlo a cabo.